Los niños, igual que los adultos, reciben múltiples beneficios gracias a una práctica regular de Yoga. El hecho de tener facilidad en la realización de asanas (posturas), les aporta mucha satisfacción y seguridad. A través de juegos y actividades amenas se dirige una clase donde fácilmente van integrando la relajación, la conciencia corporal y de la respiración, la concentración y consiguen relacionarse en otro ámbito que no sea el escolar o el familiar. Mejora también su coordinación y flexibilidad. Sin duda, una técnica ideal para, además de explorar y conocer su cuerpo, tendrán una mayor capacidad para “enfrentarse” a su día a día .

El hecho de tener un cuerpo mucho más fexible y elástico, en comparación a un adulto, hace que asimilen con mucha más facilidad la cualidad de la asana, y adquirir una increíble motivación, que sin duda querrán mostrar a su entorno. Si se inician al yoga de jóvenes les permite también aprender de forma fácil qué efectos tiene la respiración en su cuerpo (físico,mental y emocional) y de su importancia en cualquier circunstancia de su vida. Todo se vuelve más fácil al ser integrados desde pequeños, como el hablar o caminar, actos que incorporamos de forma casi inconsciente.

De modo que practicar yoga desde pequeños es una muy buena actividad que además puede convertirse en una rutina compartida entre padres e hijos.